miércoles, 8 de diciembre de 2010

LOS VALORES

INTRODUCCIÓN TEMÁTICA

Inicialmente vamos a presentar el siguiente tema que es sumamente importante el cual lleva por título “Valores”.
Comenzaremos por decir que los valores son aquellas cualidades que poseemos los individuos y que forman parte de nuestra naturaleza, claro que no todos son iguales algunos son más importantes que otros porque son más trascendentes y nos hacen mejores personas. Entre ellos están los valores éticos, cívicos, universales y familiares.
La causa que nos lleva a desarrollar este tema es para conocer como estos valores están presentes en el ser humano. Asimismo tratando de dar a comprender o entender el significado de todos éstos que desde luego los debemos tratar de seguir con exactitud para llevar una mejor calidad de vida, ya que en estos tiempos creemos que ya se están perdiendo.
El objetivo será reflexionar sobre si poseemos estos valores y como los llevemos a la práctica con nuestros semejantes en nuestra vida cotidiana.

DESARROLLO TEMÁTICO

Los Valores Universales
Cívicos Y Éticos
Los valores están presentes en el organismo, la personalidad, la sociedad y la cultura humana.
Los valores no son normas de conducta, las normas son regla para comportarte de un modo determinado. El termino valor no lo poseen los objetos en sí. Si no que estos lo adquieren gracias a su relación con el hombre, con el ser social.
Todos los seres humanos independientemente del grado cultural y de civilización poseemos un sentido ético o moral.
Las virtudes éticas se refieren especialmente a la actitud moral. Los valores éticos no son los bienes si no los de las personas y sus actos. No residen en las cosas sino en la voluntad, las intenciones y los propósitos.
Las virtudes prácticas tal como su nombre lo indica corresponden a la ejecución de la conducta, y sirven para vencer las contingencias y obstáculos de la vida.

La Honradez
De las virtudes la que se ha tenido en el mayor aprecio es la que prohíbe al individuo apoderarse de los bienes ajenos. Aunque este valor se desarrolla en una esfera económica, también se aplica a otra clase de pertenencias. Y más ampliamente a la observancia de una conducta apegada al deber.
La honradez también incluye el mantenimiento de una persona o compromiso y nunca intentar abusar de la confianza que depositan en una persona y sus actos.
 
La Bondad
La principal virtud moral es la bondad, virtud por anatomasia valor supremo de la conducta. La moral es realización de lo bueno .De manera simple podemos afirmar que la bondad es la virtud de ejecutar el deber, por tanto el hombre bondadoso realiza en actos sus convicciones manteniendo una insobornable lealtad consigo mismo y con el prójimo.
El hombre bueno impone un deber y lo cumple; nos encontramos con un hombre que cumple con su deber por respeto a sí mismo y la humanidad.
 
La Modestia
Esta virtud generalmente se entiende como un señalado recato y hasta cierto punto inhibición por las expresiones de sí mismo; un individuo modesto es el que no hace gala de sus bienes o facultades esta virtud es la consideración de no lastimar al prójimo con un desplante que pueda causarle daño.
 
La Solidaridad
La voluntad de ayudar a los que necesitan y comprometerse con sus problemas es la definición del valor de la solidaridad.
La importancia de dicha virtud esta fuera de toda duda, dado que toda sociedad humana cuenta con sectores que siempre requieren ayuda.
En la actualidad, muchos ejemplos de solidaridad se dan en nuestro país, resaltando por su circunstancia, la ayuda que se da cada invierno a las poblaciones tarahumaras del norte del país.
 
La Amistad Y El Amor
Los individuos se integran en una unidad básica que es la familia y dentro de ella surge un sentimiento espontáneo y reciproco llamado amor, siempre está presente; el amor crece cada día y es la fuerza moral que une a las familias y las capacita para resolver las dificultades toque enfrentar.
El valor de la amistad estriba en que personas diferentes crean lazos afectivos, dentro de esta relación surge un espíritu de respeto que nos permite tratar con cariño y dulzura a nuestros amigos. Pues gracias a ellos nos resuelven algunos problemas económicos y nos orientan a lo largo de toda la vida, comparten su visión personal y gozan con nosotros de nuestras ocurrencias, el juego, el esparcimiento, el descanso, el buen humor e incluso la ironía.
 
El Amor
Es un sentimiento abierto y positivo que se experimenta con respecto a otros individuos o también a otros seres como animales o plantas.
El amor es una fuerza de unión y armonía que mueve las cosas y las mantiene juntas amar y ser amado es placentero para los seres humanos, a través del amor suele obtenerse seguridad, confianza en sí mismo y alegría al saberse importante, para otra persona. Además el amor cubre ciertas necesidades como la comunicación, la convivencia, la recreación y el aprendizaje.
El amor no solo está presente entre los individuos como pareja, si no el amor entre amigos, el amor a objetos, el amor por ciertas actividades, el amor al prójimo y a dios.

La Amistad
Es una relación voluntaria, íntima y duradera, predominan en ella otros valores, tales como la solidaridad, el desinterés la reciprocidad y la independencia de diferencias sociales.

La Verdad
La verdad se ha fomentado siempre y quien la cultiva es considerada como una persona de alta calidad humana y moral.
Los conocimientos no simplemente se explican, sino también se aplican al mejoramiento humano. Cuando el saber es producido con esta intención se realiza una virtud que se designa como veracidad, indicando la virtud de buscar la verdad como valor humano; el investigador o descubridor impulsados por la veracidad son capaces de promover debidamente la mentira pues la sabiduría es un valor del espíritu de ciertos hombres.

La Prudencia
Es la capacidad que poseen los hombres para orientar su actuación en base al uso de la razón. Esto quiere decir que ante todo la razón debe gobernar los actos de las personas y no el sentimiento.
La prudencia permite a los hombres perfeccionar sus propias actividades y perseguir su propio bien respecto al fin común de los que le rodean y de su vida misma.
La prudencia gobierna a todas las demás virtudes y su función elemental es la de conocer los fines o propósitos para actuar de una manera correcta. Lleva a los hombres a tomar decisiones efectivas que aseguran éxito y buenos resultados.
En la vida cotidiana esto lleva a lograr seguridad confianza en sí mismo y aplomo para decidir y actuar cuando la razón predomina en nuestros actos se logra reducir los errores y fallas que se cometen.

La Responsabilidad y Deber
La Responsabilidad es la virtud humana de responder con formalidad de ser capaz para tomar decisiones de dirigir una actividad de organizar a un grupo o de coordinar un todo.
Los seres responsables se caracterizan por imprimir a sus acciones seriedad, comprometiéndose consigo mismos y con los demás una actitud responsable es granita de buenos resultados.
El deber es todo aquello que puede ser exigido a una persona como cuando se exige una deuda, la palabra deber proviene del latín debitum que significa aquello.
Ser responsable implica cumplir con nuestros deberes ya sean, jurídicos, sociales o morales.
Los términos responsabilidad y deber suelen utilizarse como sinónimos de obligación.

La Fortaleza
Es la virtud que permite a los seres humanos moderar y dominar sus pretensiones, ambiciones e impulsos respecto a metas y objetos difíciles de obtener, esta virtud permite actuar con determinación, firmeza y audacia, sin dudas ni titubeos al momento de tomar decisiones simples o complejas aquellas que se refieren a situaciones que representan un gran peligro o temor como la muerte.
El hombre con fortaleza puede vencer todos los peligros, obstáculos y penas que séle presenten, será perseverante, paciente y generoso sinónimos de fortaleza son el vigor, la energía, la resistencia y la lozanía.

La Lealtad
Se puede definir a la lealtad como un sentimiento o actitud de adhesión a algo que se externo a uno mismo.
Este sentimiento es acompañado de un deseo por apoyar o actuar a favor de aquello a lo que se es leal y bajo condiciones que incluso exijan cierto sacrificio .La lealtad es voluntaria quien la practica elige de manera libre hacerlo y sin presiones ni condiciones de ninguna especie.
La lealtad tiene un origen social.

La Libertad
La Libertad es una de las virtudes más reconocidas y apreciadas por todos los seres humanos, no solo como facultad de desplazarse y de transitar sin impedimento, sino también como el poder para actuar y no actuar, para pensar y expresarse de tal manera, para decidir qué hacer y cómo hacerlo. La Libertad se siente en la medida que se hace lo que se quiere.

La Caridad
La Caridad es la dedicación activa a fin de promover la felicidad y el bienestar de los demás con el objeto de lograr esa felicidad y bienestar de tal manera total y no solo eliminar la miseria.
Aportar donativos es una acción muy aceptada por la gente permitiendo que muchas instituciones dependan parcial o totalmente de ellas para realizar sus acciones filantrópicas.

La Justicia
Es la virtud de dar a cada quien lo suyo. Se considera que el trasgresor de la ley es injusto, mientras que quien actúa conforme a la ley es justo.
Para que su carácter sea aceptable, deberá respetar a los demás miembros de la sociedad a la que pertenece y acatar las normas de esa comunidad.
La Justicia es una condición necesaria para que las relaciones humanas se desarrollen armónicamente en un ambiente de respeto, igualdad, rectitud y estabilidad.

La Igualdad
Se refiere al trato que todas las personas deben recibir todos los hombres somos igualmente valiosos e importantes sin tomar en cuenta la raza, el sexo, la posición económica, la religión o la inteligencia.
La Igualdad de oportunidades, como la educación o el empleo, que deben distribuirse de modo igualitario entre todos los individuos.
El articulo 1* de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano establece que todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos, mientras que el articulo 7* declara iguales a todas las personas para recibir dignidades, cargos y empleos públicos según su capacidad y sin más distinción que la de sus virtudes y meritos.

La Templanza
La templanza lo es respecto a las metas u objetos de fácil obtención, la templanza debe moderar las tendencias más fuertes de los impulsos que hacen desear una cosa en el hombre, pues dichas inclinaciones siguen intenciones de la misma naturaleza: La alimentación y relaciones sexuales.
La capacidad de moderación y control que otorga la templanza permite a los hombres lograr un equilibrio, entre la exageración de estas pasiones y la anulación total de ellas.
Pues no se trata de negar su valor sino ubicarlo correctamente dentro del contexto general de las acciones humanas. Sinónimos de templanza son: La continencia, la moderación, y la sobriedad.

La Persona Integra
Una persona íntegra es la que cumple con su deber en cualquier circunstancia y durante de toda la vida. La integridad no es una virtud momentánea, es el cumplimiento del deber de manera prolongada la cual matiza para siempre la personalidad del individuo.
La integridad consiste en aceptar un deber y apegarse a él en todos los actos de la vida.
La integridad de una persona origina que la vida social de este individuo alcance los más altos elogios que una sociedad puede brindar.

La Fidelidad
Valor que se extiende como la acción de no traicionar la confianza que nos deposita y permanecer a lado de lo que prometimos. La persona fiel encuentra en el cumplimiento de su deber una fuerza moral, que le une a sus compromisos y a las personas con las que estableció una relación social.
Dentro de las virtudes éticas encontramos otros valores, como son: la racionalidad, la lealtad, la erudición la buena voluntad, la seguridad, la cortesía, la disciplina, la caridad, la confianza, la paciencia y el respeto.
Toda sociedad anhela una vida más justa para sus miembros y una convivencia de calidad.

VALORES FAMILIARES
Los Valores familiares entre los miembros de una familia se establecen relaciones personales que entrañan afinidad de sentimientos, de afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las personas.
La familia es la comunidad donde desde la infancia se enseñan los valores y el adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales y la estabilidad familiar son los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se inicia a la vida social.
Es en la familia donde se enseñan los primeros valores; valores que serán sustento para la vida en sociedad y a lo largo de la vida de la persona. Entre otros destacan los siguientes:

La alegría:
La alegría es un valor que se siembra primeramente en el seno familiar. Es en el núcleo familiar donde se procura que los miembros se ayuden unos a otros en sus necesidades, en la superación de obstáculos y dificultades, así como el compartir los logros y éxitos de los demás.
En el fondo lo que se fomenta es dejar el egoísmo a un lado, buscando el bien y compartir con el otro. Cuando nos centramos en nuestras preocupaciones y no estamos dispuestos a ayudar a los que nos rodean somos egoístas.
La alegría no depende de las circunstancias o de las facilidades que puede presentar la vida y tampoco consiste en tener cosas. Este valor tiene su fundamento en lo profundo de la persona, no es sino la consecuencia de una vida equilibrada, de una coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos, el tener una mente y un cuerpo sanos.
La generosidad:
La generosidad es uno de los valores que se fomentan en la vida familiar. Entendiendo por generosidad el actuar en favor de otras personas desinteresadamente y con alegría. Hacer algo por otras personas puede traducirse de diferentes maneras, por ejemplo, dar cosas, prestar juguetes, dar tiempo para escuchar y atender a otro miembro de la familia, saludar, perdonar.
El respeto:
El respeto hacia los demás miembros es otro de los valores que se fomentan dentro de la familia, no sólo respeto a la persona misma, sino también a sus opiniones y sentimientos. Respeto hacia las cosas de los demás miembros, respeto a su privacidad, respeto a sus decisiones, éstas, por supuesto, adecuadas a la edad de la persona. Es en la familia donde el niño aprende que tanto él o ella como sus ideas y sentimientos merecen respeto y son valorados.
La justicia:
La justicia se fomenta en el seno de la familia al establecerse lo que corresponde a cada miembro de la misma. Recordemos que la justicia consiste en dar a cada uno lo que les corresponde. Una persona que se esfuerza constantemente por respetar los derechos de los demás y le da a cada uno lo que debe, tiene la virtud de la justicia.
La responsabilidad:
La responsabilidad supone asumir las consecuencias de los propios actos, no solo ante uno mismo sino ante los demás. Para que una persona pueda ser responsable tiene que ser consciente de sus deberes y obligaciones, es por ello, de gran importancia que los hijos tengan sus responsabilidades y obligaciones muy claras. Por ejemplo, el niño debe tener claro que es su responsabilidad la calidad y el esfuerzo en sus estudios, que debe poner el mayor trabajo y empeño en esta actividad, en beneficio propio y en respuesta a la oportunidad que le brindan sus padres.
La lealtad:
La lealtad surge cuando se reconocen y aceptan vínculos que nos unen a otros, de tal manera que se busca fortalecer y salvaguardar dichos vínculos así como los valores que representan. La aceptación y el reconocimiento de este vínculo no se centran hacia el futuro, como una posibilidad, sino que es una realidad actual. Este vínculo no pasa con el tiempo, es profundo, suele madurar y fortalecerse a la larga.
Es en la familia donde surgen y se fortalecen este tipo de vínculos, por ejemplo, un niño pequeño aprende a ser leal al esforzarse por ayudar a los demás, al procurar hacer todo lo que pueda para cumplir con lo que sus padres le dicen que es bueno. Se muestra lealtad entre los hermanos al apoyarse, defenderse y ayudarse ante las dificultades, ante la amenaza de personas o circunstancias ajenas a la familia.
Conviene aclarar que ser leal a los papás, por ejemplo, no significa aprobar una conducta errónea de los mismos, sino el respetar y cuidar su buen nombre, se trata de ser sincero con ellos, además de ayudarlos a superar las dificultades.
La autoestima:
La autoestima es uno de los valores fundamentales para el ser humano maduro, equilibrado y sano. Este valor tiene sus raíces y fundamentos en el núcleo familiar.
Se entiende por autoestima la visión más profunda que cada persona tiene de sí misma, influye de modo decisivo en las elecciones y en la toma de decisiones, en consecuencia conforma el tipo de vida, las actividades y los valores que elegimos.
Desde niños vamos construyendo el concepto de nosotros mismos de acuerdo a los mensajes recibidos de nuestros padres, hermanos, familiares, amigos y maestros. Es la suma de la autoconfianza, el sentimiento de nuestra valía personal y de nuestra capacidad. Ésta se basa en la variedad de pensamientos, sentimientos, experiencias y sensaciones que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida, pero principalmente a lo largo de nuestra infancia y adolescencia.
Elevar la autoestima de nuestros hijos es de vital importancia, ya que contribuimos a que desarrolle la convicción de que es estimado y valorado, que es competente para enfrentarse a la vida con confianza y optimismo, y que es merecedor de la felicidad.

La educación como trasmisión de valores cívicos
Uno de los temas que más polémicas ha suscitado en la reciente promulgada Ley Orgánica de Educación (LOE) ha sido, sin duda, el del nuevo Área de Conocimientos denominado "Educación para la ciudadanía y los derechos humanos". El debate ha traspasado la cuestión puramente académica hasta situarse en los últimos años en el centro del debate entre los principales partidos políticos. En este artículo voy a exponer brevemente cuáles son las razones que, en mi opinión, han llevado al Ministerio a reorientar la educación en los valores cívicos mediante la creación de este nuevo Área o materia. No pretendo descalificar a quienes defienden con buen criterio la transversalidad de estos valores y su necesidad de que impregnen la convivencia y la vida del centro educativo; sin embargo, sobre todo en los Centros de Enseñanza Secundaria, la transversalidad ha sido un fracaso y se ha hecho evidente que la reflexión y la práctica de los valores cívicos es una necesidad acuciante. Es cierto que todos los problemas de convivencia en una comunidad educativa no se van a resolver con una asignatura, pero también es preciso reconocer que puede ayudar a crear un mejor clima de convivencia en los Centros.
Las razones que avalan la necesidad de una educación ética y cívica basada en los Derechos Humanos y en los valores constitucionales son de diverso tipo: razones de orden educativo; razones de orden sociológico; razones filosóficas y razones jurídico-políticas.
La razones educativas a favor de la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos se basan en que en todas las épocas la educación siempre comporta una filosofía moral y política en sentido amplio; es decir, que toda acción educativa abarca lo cognitivo y lo axiológico y trata por tanto de formar según unas pautas morales y cívicas determinadas.
Por otro lado, es evidente que en la mayoría de los centros educativos ha; el problema es que ha resultado inviable en la mayoría de los Centros, sobre todo de Secundaria.
Por último, parece necesario que la democracia comience a ser explicada, analizada, reflexionada y practicada en los centros escolares porque es en ellos donde se forman los futuros ciudadanos y no existe ningún "gen" democrático que de modo espontáneo genere en las nuevas generaciones las conductas democráticas, la participación y el respeto a las ideas de los demás. El estudio y el aprendizaje de la democracia debería comenzar ya en las escuelas e institutos de nuestro país.
El segundo elenco de razones a favor de una educación ética y cívica es de orden sociológico. Es evidente que toda Europa y por tanto también España se están enfrentando a nuevos problemas, a nuevos retos sociales y culturales en el siglo XXI y para tratar de paliar los efectos de cierta problemática social y para prevenir conductas indeseables es preciso que los sistemas educativos eduquen a los niños y adolescentes en el respeto, la tolerancia activa y la solidaridad efectiva con los demás. Son hechos innegables reconocidos por todas las encuestas el creciente pluralismo moral y religioso en nuestro país, la progresiva secularización e indiferencia religiosa de los españoles, la exigencia de un diálogo intercultural que otorgue cohesión social a los diferentes grupos y la creciente desafección hacia la política y los políticos en muchos ámbitos de la sociedad española. No se pretende que el sistema educativo solucione todos estos nuevos conflictos sociales, sino que la reflexión sobre ellos ayude a comprender mejor los mismos y a crear una conciencia cívica y política que permita dialogar y pactar las soluciones adecuadas.
Una nueva serie de razones que abonan la idea de la educación para la ciudadanía y los derechos humanos se basa en consideraciones de orden filosófico, de filosofía moral y política. Toda ética personal va acompañada de una ética civil, de unos valores que surgen en el individuo y se trasmiten a la comunidad. La moral católica que ha imperado durante siglos en España no tiene ya legitimidad social ni política para pretender imponerse a toda la sociedad española. En la época actual disponemos de un código ético de referencia que pretende ser universal y que se conoce como los derechos humanos. Los valores morales y cívicos contenidos en esa Declaración (1948) son comunes a toda la Humanidad pues se basan en la dignidad inviolable de toda persona humana.
Por último, existe una serie de razones de carácter jurídico-político que apoyan la conveniencia de esta nueva asignatura. Es preciso que los niños y jóvenes conozcan los principios y valores constitucionales recogidos en la Carta Magna porque son el marco en el que todos podemos convivir en libertad y en paz. No se trata de explicar en la escuela los artículos constitucionales como si fuese una especie de catecismo jurídico, sino de analizar la importancia del Estado de Derecho, el valor de las leyes y de las instituciones democráticas como el pacto de convivencia que los españoles nos hemos dado hace muchos años para garantizar los derechos de todos.
Todos los países europeos tienen en sus respectivos sistemas educativos una educación cívica que se realiza de modo transversal o de modo específico. En muchos casos son los profesores de Ciencias Sociales los encargados de impartirla. No se entiende por qué en España algunos se oponen a ello por razones ideológicas y partidistas, tergiversando además sus contenidos.
A lo largo del siglo XIX, los Estados nacionales europeos asumieron un protagonismo muy importante en el ámbito educativo como impulsores de una educación pública y gratuita para toda la población, teniendo como ideal la plena escolarización de todos los niños y adolescentes. En España esa escolarización total y gratuita no se logró hasta bien entrado el siglo XX.
En España, la Institución Libre de Enseñanza (1876) y sus posteriores realizaciones fueron consideradas por la jerarquía católica como enemigas declaradas desde su misma fundación y durante muchos años
Hoy día las cosas no han cambiado demasiado porque los sectores católicos más conservadores siguen viendo la escuela laica como algo condenable y digno de ser anatematizado. Los defensores a ultranza de la moral católica todavía no han aceptado que el pluralismo moral y religioso de la sociedad española es un hecho social innegable y que forma parte consustancial de la misma vida democrática.

Los valores cívicos y la ciudadanía
Ya hemos señalado antes que los valores morales y cívicos deben basarse en los derechos humanos. En la Declaración de Derechos Humanos se alude expresamente al significado profundamente cívico que tiene la educación en la sociedad: La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todos las naciones y todos los grupos étnicos y religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz (Artículo 26.2).
A pesar de esta contundente defensa de esos principios y valores, en el Artículo siguiente (27), se defiende también que los padres tienen derecho a elegir para sus hijos el tipo de educación que quieren darles. Es decir, que se garantiza la libertad de las familias a la hora de elegir los valores morales que se quieran trasmitir en el seno de la comunidad familiar, con independencia de que los Estados tienen la obligación de educar a los niños y adolescentes en los valores cívicos y democráticos. Ahí radica el fundamento jurídico que fue también utilizado en la Constitución española para defender que el titular del derecho a la educación de los menores es el padre, la madre o el tutor. Y por eso las familias católicas españolas argumentan siempre a favor de la libertad y se olvidan casi siempre de los otros valores constitucionales como el pluralismo y la justicia.
En la Constitución española de 1978 se retoman los mismos principios relativos al derecho a la educación, sobre todo en el Artículo 27 que está dedicado expresamente a ello. Pero la base ética y jurídica que sustenta todo el edificio axiológico de la educación española está ya contemplada en el Artículo 1º de nuestra Carta Magna, en la que se citan expresamente los valores superiores de todo el ordenamiento jurídico: Dicho Artículo reza así: España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Estos valores son, en realidad, el fundamento ético de todo sistema democrático y por ello cualquier ley educativa que se elabore en un sistema político de libertades y derechos tiene que respetarlos. Las leyes que mejor han desarrollado la plasmación de los valores constitucionales en el sistema educativo: el pluralismo, la igualdad y la libertad. Aún falta por desarrollar mejor, a mi juicio, la justicia y el pluralismo moral y religioso dentro del ámbito de la escuela pública.
Hay algunos sectores políticos en España que insisten solamente en la libertad de enseñanza se olvidan deliberadamente de que la desigualdad social, económica y cultural debe ser compensada mediante la educación pública y gratuita para todos. Son muchas las familias españolas que en la última década están desertando de la escuela pública en nombre de su libertad y gracias a su nivel económico; las escuelas y los institutos públicos se están convirtiendo progresivamente en muchas ciudades de nuestro país en ghettos donde se está marginando consciente o inconscientemente a la mayoría de la inmigración llegada a España en los últimos años
En nuestras actuales sociedades la influencia de la escuela es mucho menor que en siglos anteriores y la necesidad de educar al ciudadano en valores cívicos desde las instituciones educativas debe enfrentarse a nuevos retos y enfocarse de modo distinto. En la época actual la condición de ciudadanía ha adquirido nuevos perfiles ya que vivimos en un mundo globalizado e intercultural en el que las sociedades no son un reflejo mimético de los Estados-nación del pasado y además la coexistencia de múltiples códigos morales y religiosos exige una nueva ética universalizable.
En España, como en todos los países de la Unión Europea, se sigue hablando a los alumnos en la escuela de varios niveles de ciudadanía, pero no está claro que Europa sea ya la Europa de los ciudadanos y de los pueblos, sino que más bien nuestro continente político se presenta todavía hoy como la Europa de los Estados miembros que la constituyen. Peor es la situación todavía si se considera la realidad de una educación para una ciudadanía cosmopolita, cuando muchos ciudadanos del mundo no pueden disfrutar de los más elementales derechos y libertades individuales, cuando todavía son seres sometidos al hambre, a la enfermedad y a la incultura.
La noción de ciudadano y ciudadanía es evidente que alude directamente a la libertad y los derechos de las personas, a algo conseguido tras siglos de sometimiento a sistemas de gobierno antidemocráticos que no querían ciudadanos sino súbditos. Por eso en las sociedades democráticas es preciso dotar a la educación cívica de los instrumentos adecuados para llevar a cabo su tarea. Y esa tarea de educar en valores morales y cívicos tiene que estar fundamentada en los Derechos Humanos y en la Constitución democrática española.
La fundamentación filosófica de los valores morales y cívicos debe ser ética y política, y nunca partidista ni ideológica. Tiene que apoyarse en una reflexión sobre la libertad, la responsabilidad y la moralidad humana con el fin de trasmitir al alumnado una visión de aquellos valores morales y cívicos que permiten una convivencia en paz y en libertad. Se trata de fundamentar la vida social, el civismo, sobre valores universales que promuevan la tolerancia y el respeto hacia todas las personas, sea cual sea la religión, la ideología y la moral de cada uno. Por eso no es posible que las morales religiosas sean el eje vertebrador de la ética cívica ni la inspiración de las leyes civiles, porque no ofrecen valores universalizables, sino doctrinas dogmáticas sobre el ser humano y morales heterónomas basadas en creencias subjetivas.
En mi opinión, la educación en valores cívicos tiene en nuestro país un referente común compartido por todos los ciudadanos, la Constitución de 1978. En ella están de modo explícito los valores de la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político (Articulo 1). En ella reside la garantía jurídica y la exigencia ética del respeto a todas las personas y la igualdad de todos ante la ley. ¿Qué significa eso a la hora de articular un curriculum de educación ético-cívica? ¿Cuáles han de ser los ejes curriculares sobre los que se debe apoyar una propuesta de contenidos cognitivos y procedimentales? ¿Qué se debe evaluar en una materia de este tipo?
Muchas de estas preguntas han sido contestadas en los Reales Decretos que legislan el Área de "Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos" en la etapa de Primaria y en la ESO. En ellos se insiste en que aprender a convivir en el seno del sistema educativo es muy importante; la educación ético-cívica es un mandato de la Unión Europea como medio eficaz de prevenir futuros conflictos derivados de actitudes de xenofobia y de racismo. Es el sentido de la competencia social y ciudadana que debe concretarse en los Proyectos educativos, Planes de convivencia y en las materias de "Educación para la ciudadanía y los derechos humanos". No basta con una asignatura para ejercitar la democracia, pero si nadie en la escuela da a conocer los valores, los principios, los derechos y los deberes que configuran la ciudadanía, entonces nuestro alumnado adolescente no sabrá apreciar la conquista de las libertades y derechos cívicos ni aprenderá a comportarse con respeto y tolerancia hacia los diferentes.
La educación en valores debe contribuir a formar ciudadanos (hombres y mujeres) que participen en la sociedad: el empeño democrático debe orientarse actualmente a propiciar un tipo de ciudadano y ciudadana, capacitados para convivir en sociedades abiertas y pluralistas, basadas en la tolerancia y en percibir la diversidad como una riqueza que contribuye a la mejora de la sociedad. Para ello es imprescindible buscar valores comunes compartidos por todos, como los derechos humanos.
Educación en valores es tratar de formar personas que sepan afrontar los cambios en su vida, llevando por sí mismos, de modo autónomo, las riendas de la misma. ¿Qué pasa cuando para una misma persona varios de sus valores entran en conflicto y tiene que elegir? ¿Qué pasa cuando sus valores entran en conflicto con los valores de los demás? ¿Qué ocurre cuando las reglas sociales no se comparten o entienden? ¿Qué valores universales tenemos de referencia?
La educación ético-cívica supone de la existencia de una formación específica para que todo el alumnado tenga:

• Un conocimiento racional sobre la fundamentación de esos valores y de las normas de comportamiento derivadas.

• Una reflexión crítica sobre los valores morales y cívicos, sobre la democracia y sus instituciones y sobre la fragilidad de los sistemas de convivencia humanos.

• Una puesta en práctica en los centros escolares de proyectos educativos y planes de convivencia basadas en el diálogo, en la argumentación como método de resolución de los conflictos y en el respeto y la tolerancia positiva ante las actitudes diferentes, poniendo como límite infranqueable los derechos humanos. Un Proyecto educativo que integre el desarrollo de la competencia social y ciudadana en las Áreas del curriculum y las relacione con las demás competencias básicas es el ideal ético y cívico de cualquier sistema educativo, pero eso es todavía un horizonte difícil de conseguir; se tiene que luchar entre todos por lograr que los Centros educativos sean un lugar de convivencia intercultural en el que se armonicen los conocimientos y las actitudes diferentes y todo se resuelva mediante la argumentación racional y el diálogo respetuoso.

Hablemos de valores cívicos
De nuevo suenan tambores de guerra en la educación.
Esta vez, a propósito de educación para la ciudadanía, una nueva asignatura que, en principio, no debería haber suscitado oposición alguna. Está recomendada por el Consejo de Europa, se imparte en muchos países de nuestro entorno cultural, gran parte de sus contenidos estaban ya incluidos en la asignatura de ética y, sobre todo, la sociedad exige a la escuela que eduque en valores cívicos a nuestros jóvenes. Sin embargo, la Conferencia Episcopal Española y algunas organizaciones conservadoras se oponen tajantemente a la asignatura, atribuyéndole intenciones perversas, adoctrinadoras y sectarias, por lo que se ven en la obligación de recomendar la objeción de conciencia, para no “colaborar con el mal”. La seriedad del tema, que afecta a toda la sociedad, no sólo a la comunidad escolar, recomienda prolongar el debate abierto, estudiar con rigor todas las posturas y estar dispuestos a rendirse ante el argumento más fuerte, rendición que nunca es vergonzosa, sino noble. Por eso, voy a tratar de hacer un resumen pedagógico de la situación.

1. La nueva ley orgánica de la Educación
Nada más llegar al Gobierno, el partido socialista decidió cambiar la ley de Educación, promovida por la ex ministra popular Pilar del Castillo. Una de las propuestas más novedosas de la nueva ley, que según Peces Barba justificaba una legislatura entera, era la introducción de una educación para la ciudadanía. La asignatura despertó recelos en la jerarquía católica, preocupada por la asignatura de religión. La LOCE había dado una solución salomónica. Incluía una asignatura de ética común y obligatoria y, además, una nueva asignatura llamada sociedad, cultura y religión, obligatoria, pero con dos opciones: una confesional y la otra no confesional. El problema surgía porque esa asignatura era una exigencia para convertir en evaluable y obligatoria la enseñanza de la religión católica. Creo que conviene separar los problemas y, cuando la polémica actual se calme, plantear la cuestión de los conocimientos religiosos que deben tener nuestros adolescentes.

2. La interpretación laica de la nueva asignatura
Cuando comenzó a hablarse de la asignatura, algunos grupos de carácter laicista consideraron que educación para la ciudadanía nos liberaba al fin de la influencia religiosa, que consideraban nefasta. Afirmaron la falta de sentido de la palabra Dios y cosas semejantes. Esta postura tampoco estaba justificada. En primer lugar, porque una de las obligaciones de la ética es la defensa de los valores comunes en una sociedad plural, en la que una gran cantidad de personas viven religiosamente. La ética no es laica en sus finalidades, sino en su modo de legitimación, que es otra cosa muy distinta. La Declaración de los Derechos Humanos es una formulación, sin duda todavía imperfecta, pero legítima, de esa ética universal. Y no debemos olvidar que defiende explícitamente el derecho a la libertad religiosa, de conciencia y de culto, siempre que no atente contra derechos fundamentales.

3. La Iglesia y el derecho a la educación moral
La Conferencia Episcopal considera que esta asignatura confiere al Estado el derecho de formar la conciencia moral de los ciudadanos, cosa que atenta contra el derecho de los pasobredres. En efecto, la Constitución protege el derecho de los padres a elegir la educación moral y religiosa de sus hijos. El derecho fundamental es el que tienen los hijos a ser bien educados y eso impone deberes a padres, Estado, iglesias, medios de comunicación y al conjunto entero de la sociedad. Además, el sistema educativo tiene la obligación de formar la conciencia cívica de los alumnos, para hacerles conocer los valores éticos en que se funda nuestra democracia, los deberes y derechos, la necesidad de comportarse responsablemente, e ideas claras sobre la justicia y la solidaridad.

4. Los peligros de un Estado educador
Es verdad que un Estado que impusiera sus propias normas morales sería totalitario y peligroso. Pero admitir esta asignatura no supone conceder ese derecho al Estado, sino, al contrario, formar a los ciudadanos para resistir las injerencias injustas del Estado. La ética no es una moral que derive del Estado, ni siquiera un sistema de valores que deriven de la democracia, sino que es, precisamente, todo lo contrario. Es una norma a la que tiene que someterse también el Estado, y que evita que la democracia se convierta en una institución suicida. No olvidemos que cuando apareció la primera Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789 estaba dirigida a limitar los poderes de la monarquía absoluta, afirmando derechos de superior rango a los que tenía que someterse el poder estatal.

5. Los contenidos de la asignatura
La Conferencia Episcopal considera que la asignatura es relativista, positivista y defiende una ideología de género. Estas tres críticas son formulaciones distintas de una misma crítica fundamental: en esta asignatura no se hace una afirmación explícita de la naturaleza como fundamento de la ética. El asunto es importante para la Iglesia porque su moral sexual está basada en la idea de que en la “naturaleza biológica” está impresa la voluntad normativa de Dios. Esta visión biológica de la naturaleza podría justificar una moral machista y polígama. Lo que define la naturaleza humana es la inteligencia, la razón. Obrar conforme a la naturaleza es obrar conforme a los dictámenes de una inteligencia ilustrada, responsable, bien sintonizada con los valores, que se empeñe en crear un proyecto de vida común acorde con las necesidades y las expectativas del ser humano.

6. ¿Y qué pasa con los profesores?
Un último reducto de los críticos:
"Una cosa es lo que dicen los programas y otra lo que van a decir los profesores”.
Como profesor, creo que este tipo de acusaciones desprestigia la figura del profesor, cuando lo que necesitamos es todo lo contrario. La profesión docente tiene su propia responsabilidad y deontología. En la escuela sólo deben enseñarse contenidos que puedan justificarse universalmente. Me extraña que quienes estén preocupados por lo que hacen los docentes no se hayan interesado más por lo que se hace en las tutorías, donde se tratan, sin ningún tipo de programas, los asuntos más variados. Si el fondo del asunto fuera educativo, las tutorías estarían en el foco de atención.

7. ¿Hay alguna salida?
Los pulsos son peligrosos, porque tiene que haber vencedores y vencidos. Conviene volver al principio. Necesitamos educar a nuestros jóvenes en unos valores éticos, universales, en un pensamiento crítico, en una cultura de la responsabilidad y el esfuerzo. Necesitamos que conozcan la estructura de la democracia, sus derechos y deberes, entre los que se incluye el de participación en la cosa pública. Las autoridades educativas deben cuidar de que esta asignatura tenga la solidez y el prestigio que merece, y preparar a los profesores adecuadamente. Sería estupendo que los padres colaboraran en esta asignatura con los profesores. Vamos a tratar temas educativos de excepcional interés para toda la familia: cómo resolver bien los problemas, los círculos de responsabilidad, los modos de convivencia. Por último, la sociedad entera debe interesarse en cómo impartimos esta asignatura.

Una última cosa
La ética no es enemiga de la religión. Tomás de Aquino distinguía entre “teología moral” y “moral filosófica” y pensaba que la teología tenía que aprovechar los argumentos de la filosofía. Se trata de que todos reconozcamos nuestras limitaciones, admitamos la complejidad de los asuntos y estemos dispuestos a aprender todos de todos. Cuando hablamos de verdad sólo estamos hablando de búsqueda de la verdad, y cuando hablamos de la justicia sólo estamos hablando de búsqueda de la justicia. Me atrevería a sugerir a la Iglesia, tan preocupada por re evangelizar la sociedad, que una forma de hacerlo podría ser colaborar a la vitalidad y altura de la ética cívica. Eso es lo que pretendemos formar: chicos y chicas de corazón recto que busquen la justicia.
 
“Hay que educar a los jóvenes en unos valores éticos, en un pensamiento crítico, en una cultura de responsabilidad y esfuerzo”
 
Elogio de la alegría
“El buen humor y la alegría permiten resistir la tensión y las presiones de cada día y están relacionados con las características personales que permiten sobrellevar y superar las experiencias más difíciles de la vida. Se ha hallado, incluso, que guardan una conexión con las aptitudes que permiten un mejor desarrollo social y académico. El buen humor y la alegría están vinculados con las variables que tienen un impacto positivo en el bienestar, el autodominio, la competitividad y el optimismo de cada individuo. Son valores que pueden crear y fomentar los sentimientos de comunidad, cercanía entre las personas y control de los acontecimientos.”

Diversión que cura
Por algunos momentos la vida presenta problemas difíciles de resolver o situaciones que nos preocupan. Los adultos se preguntan cómo arreglar un problema en su trabajo u obtener el dinero necesario para la casa. Los niños sufren por una tarea muy larga que les dejaron, porque tienen miedo del examen de mañana o porque tal vez hicieron una travesura y no quieren que los castiguen. Todo esto nos pone tristes y enojados y evita que hallemos una solución a nuestras dificultades. A veces nos dan ganas de llorar, a veces andamos de tan mal humor que damos de gritos a la primera persona que encontramos. Pero ni los gritos ni las lágrimas nos ayudan a resolver nada. ¿Cómo podemos liberarnos.
La respuesta está en el sentido del humor, en una manera de pensar o ver la realidad que destaca el lado cómico de las cosas. Y la mayor expresión del sentido del humor es la risa, una reacción que no existe en el reino animal y es exclusiva de nosotros, los seres humanos. Cuando nos reímos estamos dando, aunque sea por un momento, muestras de felicidad, relajación y libertad, estamos viviendo el valor de la alegría y mostrando que sabemos disfrutar la vida. Aunque no hay límites de edad para reírse, la alegría es un privilegio de los niños como tú, porque a tu edad todos somos más sinceros y espontáneos. El reto es conservar esas virtudes cuando seas adolescente, adulto y muy viejito.

El valor en el mundo
La primera colección de Fábulas incluía más de cien piezas, se publicó en 1668 y desde el principio atrajo muchos lectores por su ingenio y agilidad. Cada una es un relato cómico e interesante que, al final, ofrece una lección útil para el lector. Muchos artistas importantes crearon ilustraciones basadas en ellas y sus personajes más comunes: animales que hablan y representan con gracia a los defectuosos seres humanos.
Entre las más famosas está la de la hormiga trabajadora y la cigarra holgazana que pasó el verano cantando y se quedó sin comida para el invierno. También es muy conocido el ratón del campo que visitó a su primo, el ratón de la ciudad, y prefirió regresar a la tranquilidad de su hogar en el bosque. Encontramos en ellas al mosquito que derrotó a un león, así como al gato Rodilardo y los inteligentes ratones que le pusieron un cascabel para saber cuándo se acercaba. Nos divertimos con una necia zorra que, cuando no pudo coger un racimo de uvas porque no lo alcanzaba, prefirió decir que no estaban maduras.
Cada pieza nos enseña una valiosa verdad, por ejemplo: que la paciencia y el tiempo pueden más que la ira y la fuerza; que no vale la pena vivir rodeado de propiedades si no nos dan alegría; que debemos dedicar una parte del tiempo al trabajo y otra parte a la diversión; que es indispensable reconocer los propios defectos y ayudar a quienes lo necesitan… Con sus cómicas situaciones su lección más importante es que, a través de la risa y la sonrisa, podemos conocer y corregir el orgullo, el egoísmo, la ambición, la flojera y la tontería que hoy siguen tan vivos como antaño. ¿Te atreves?

 
CONCLUSIÓN TEMÁTICA

Para concluir con todo lo referente a éste tema, deberíamos tomar conciencia sobre todo empezando con nuestra familia y nuestro hogar, ya que en éste es donde principalmente debemos inculcar los valores sobre todo en los niños porque ellos son el futuro de nuestro país y al mismo tiempo hablar con ellos de estos temas y la importancia que tienen.
Ese futuro lo alcanzaremos si todos nos esforzamos por poner en práctica todos estos valores y nos demos a la tarea de enseñar y demostrar que somos capaces de formar una buena sociedad basada en el respeto los unos por los otros.

ELABORADO POR:
Catalina Gómez Tinoco
María de la Luz Díaz Zavala











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